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¿Nos podremos recuperar de la pandemia? Apuntes sobre el bono demográfico mexicano


Actualmente México y Latinoamérica mantiene un crecimiento estable en su población, lo cual en estos momentos de reorganización económica producto de la Pandemia del Covid-19 es sumamente importante, pues permitirá desarrollar estrategias para una reactivación macro de nuestras economías.


De los 50 países que tienen más adultos mayores en el mundo, 41 se encuentran en Europa y solo 4 en América: Estados Unidos, Barbados, Cuba y Uruguay. El resto de nuestro continente todavía es suficientemente “joven”, lo que quiere decir que actualmente hay “pocos” adultos mayores en nuestras naciones. De acuerdo con datos de las Naciones Unidas, en Japón -por ejemplo- el 28.4% de su población tiene 65 años o más, mientras que en México la población con esta edad es de sólo el 7.6%.


Si necesitamos generar más políticas públicas para reactivar nuestras economías, fomentar el empleo, la innovación y en general contribuir con la generación de riqueza en nuestros países, nuestra principal necesidad es en capital humano (Población Económicamente Activa o PEA). Es por eso que aspectos como el del bono demográfico sean cruciales para comprender qué tan bien posicionados (o no) estamos para los años venideros en cuanto a recurso humano se refiere. Pero ¿qué es el bono demográfico y por qué es importante monitorearlo?


En resumen se habla del bono demográfico de un país, como ese estado de superávit/déficit demográfico de personas en edades de trabajar, en proporción con el total de la población. Se ve como un “bono” porque es favorable en caso de que exista una alta población en edad productiva que pueda aportar a la economía de la nación. De esta manera se pueden recaudar más impuestos y fomentar el desarrollo económico en todas sus formas.


Veamos un ejemplo más específico sobre cómo es el bono demográfico en Japón, y cómo se compara con el de otro país que tiene una cantidad de población similar y que nos atañe más: México. Para eso analicemos el siguiente recuadro.



A grandes rasgos lo primero que podríamos notar es lo antes indicado: Japón cuenta con cerca de 126.5 millones de personas (al 2020), mientras que México tiene un aproximado de 129 millones. ¿Se podría decir que ambas naciones tienen la misma capacidad de sostener su economía de una manera eficiente si comparásemos solamente el factor demográfico?


Para responder mejor a esa pregunta podríamos sectorizar ambas poblaciones en tres grupos etarios más amplios: de 0 - 19 años para población infante-adolescente, de 20 - 64 para la población económicamente activa (la PEA se contabiliza a partir de los 15 años, no obstante para efectos de este análisis sectorizaremos a partir de los 20 pues es usual que antes de esa edad la población sea todavía estudiantil o cuente con trabajos ocasionales) y por último de 65 - 100+ años para la población regularmente jubilada o con limitaciones para continuar trabajando. Haciendo estos nuevos grupos y comparando los porcentajes específicos podemos entender mejor el concepto de bono demográfico.



Japón cuenta actualmente con casi 36 millones de adultos mayores, mientras que México tiene poco menos de 10 millones (sección morada). Asumiendo en términos generales que dicha población ya no trabaje y se encuentre jubilada, al Gobierno de Japón le correspondería asignar más recursos económicos -quizá más del triple que al Gobierno de México- para atender a su población adulta mayor con servicios médicos, pensiones no contributivas, cuido o cualquier otro tipo de asistencia pública. Como estas personas ya no generan dinero vivirán primordialmente de sus ahorros, pensiones o apoyos familiares y/o estatales. ¿De dónde toma dinero el Gobierno para brindar la ayuda necesaria? Lo hará a través de lo que recaude vía impuestos o con emisión de deuda pública entre otras formas. Para la recaudación de impuestos y en general la generación de riqueza, los Gobiernos necesitan de la PEA, por lo que entonces veremos cómo se encuentra dicha sección en ambos países.


En la sección verde la situación a nivel poblacional parece ser bastante similar para Japón y México, teniendo el país asiático 70 millones de personas en edad productiva mientras que el latinoamericano 74,5 millones. No obstante, ya sabemos que estos 70 millones de nipones son los “encargados” de sostener la economía de la nación, asegurándose de que tanto ellos como los 36 millones de adultos mayores y los otros 21 millones de niños y adolescentes tengan condiciones adecuadas y vivan bien. Los 74,5 millones de Mexicanos tienen un peso más “ligero”, puesto que los gastos del Estado para población adulta mayor son más bajos a nivel comparativo, y además cuentan con un gran número de personas que les harán “relevo” cuando inicien su edad productiva, que son los de la sección naranja.


Esta última sección es al mismo tiempo la del futuro de la nación; las personas en formación y que también son generalmente dependientes económicamente y requieren de inversión en educación, salud, cuido y otras consideraciones. Japón tiene 21,5 millones de personas en este grupo de edad mientras que México tiene más del doble, con 44,5 millones. Estas personas tendrán que eventualmente producir para que el Gobierno tenga suficientes recursos y así contribuir al mantenimiento de las otras demografías dependientes. Y así se repite el ciclo.


Con este pequeño análisis podemos comprender rápidamente que Japón cuenta con un reto demográfico importante debido a que su PEA necesita producir suficientes recursos para garantizar protección a las otras poblaciones que no producen. La PEA de México por su parte tiene una población dependiente adulta mayor menor, y una población todavía infantil suficiente para contribuir al desarrollo económico. Su bono demográfico todavía está bien.


A través de estos análisis podemos comprender nuestra capacidad para sostenernos y sostener a las personas que ya no se pueden valer por sí mismas. La población mexicana en edad productiva puede aprovechar su capital humano para producir bienestar económico que le permita vivir bien para sí mismos y para las otras generaciones dependientes. Asimismo, el Estado tiene que pensar “menos” (a diferencia del Estado japonés) en cómo tener suficientes recursos económicos para hacerle frente a los retos del presente y del futuro.


En definitiva existe una gran oportunidad en los países de nuestra región para prepararnos, reorganizar nuestras prioridades y plantear medidas eficientes para la recuperación económica. También tenemos la capacidad de ahorrar e invertir nuestros recursos para asegurarnos un futuro prometedor. Tenemos el recurso humano (población) necesario para salir adelante, es nuestro trabajo organizarnos de la mejor manera posible.


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